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Antes de 1950, Tíbet era un país independiente, reconocido por la mayoría de los países, aunque China mantenía una fuerte influencia en las decisiones políticas y sociales del gobierno tibetano. Su capital era la ciudad de Lhasa y era un país alejado del mundo, pero próspero. Hasta 1950, cuando el gobierno de Mao se dió cuenta que en el Tíbet estaba perdiendo influencia. Por eso, el gobernante chino mandó a invadir al país y anexarlo al territorio chino, hasta nuestros días. La opinión internacional siempre ha condenado la decisión de Mao y la anexión de Lhasa a Beijing, pero aún así China sigue con su tradición extrema comunista de aislarse del resto del mundo y no tomar atención a las advertencias que la comunidad internacional le da. Como lo hago con Sahara Occidental, Chechenia, Cachemira, Québec y el resto de las regiones autónomas que quieren su independencia, apoyo firmemente una presunta liberación del Tíbet, ya que todo pueblo merece ser libre. Por eso en su momento celebré la independencia de Montenegro y Serbia y lo haré el día en que Lhasa se libere de las garras chinas. Espero estar vivo para ver ese espectáculo.
Sábado 14 de Abril de 2007.
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